04. Julio Castelló. Qherido animal.

a veces mutilamos la palabra / como si no fuera necesario decir / quiero / amo la luz / abrazo su cualidad sonora \ como si no fuera  / necesario decir / ha muerto / él ha muerto \ o fuera imprescindible \ como si no fuera necesario / soñar / en voz alta / amputarse los sueños en voz alta / hacerlos crecer \ yo abro mis sueños \ y los sueños se nublan \ abro la lentitud de mis brazos / y se doblan / hacia atrás \ pongo mis ojos / en medio / de una calle / transitada / y la luz se / detiene / se curva \ erizada como un gato aprensivo / una lengua con espinas \ la muchedumbre evita / pasar por allí \ solo miran de soslayo / apuntan su pánico en el suelo / con una trayectoria / idéntica a la de una bala \ y no saben quién para quién  / para qué cómo de dónde hacia / qué oscuridad / qué misterio \ dos ojos que temen / a los perros que se acercan / eso sí / los perros \ y levantan una pata \ y orinan / no debí dejar mis ojos / al arbitrio de / los perros \ pero es que están por todas partes / ladran / por todas partes / dejan su rabia y su olor / en todos los ojos / perdidos / no debí dejar rastros de mí / en la acera / que pudieran identificar \ debí dejar estrellas \ millones de años luz \ un agujero negro \ la tapa de una alcantarilla abierta \ ni siquiera mis huesos \ ni siquiera una palabra impronunciable.

sé exactamente cómo ocurrirá \ vendrá el silencio / con su mano de huecos \ con su rojo caballo sin vida / que camina implacable / y que no hace ruido \ vendrá el silencio con su humo / su cigarrillo último / su alcantarilla última / su último hogar \ vendrá el silencio con su / mutilación incolora \ su alambrada última / de paz pactada \ vendrá el primero de los días / sin palabras cruzadas \ ni siquiera el silbido / de la serpiente \ ni siquiera el zumbido que precede / a la muerte o a la esclavitud \ ni siquiera un mensajero / que quiera telefonear apresuradamente \ ni siquiera el latido / que precede a la calma \ conozco personalmente al doble agente de la desolación \ todo el mundo lo sabe / todo el mundo le ha prestado un nombre falso \ cruzará la frontera con un salvoconducto / rigurosamente en regla / con una sonrisa / rigurosamente en regla \ feliz de su verdad \ una ley de silencio que romper con los dientes \ conozco exactamente el aluvión de ruido / su siembra de huesos inmóviles / su entrechocar de ciudad en armas / la sal de la guerra de su / conspiración \ conozco exactamente el aluvión de ruido \ el alud sucio y virgen en el que encontrarán / mi cuerpo / mi cuerpo cristalizado / aún con hambre / con dientes para amar / y morder en el vacío / mi cuerpo de botella / en medio de la nieve

“Qherido Animal”, Julio Castelló, Ediciones Libros de Letras, Madrid, 1998. Licencia Creative Commons de Reconocimiento No comercial Sin Obra Derivada 2.5 España 2006.  Disponible en formato para imprimir  en los siguientes sitios: Archive.org · MLRS

03. Jaime Alejandre. Los héroes fatales.

¿Frente a qué cuadro y qué / música de fondo, con qué / libro entreabierto / en la mesilla, / después de qué película, / bajo qué cenizas del amor?, / cuando vayas -como irás- / hacia la muerte. \ ¿Qué última palabra, y qué recuerdo / abrasando tus pupilas, / doliéndote en la lengua qué / gesto, asombro o pena, / en qué estación, bajo qué luz? / cuando vayas -como irás- / hacia la muerte. \ ¿Qué ojos mirándote y qué manos / para darte un consuelo que no llega, / qué dureza de sábana lavada y qué / calor de cuerpo aún desnudo, / qué espejo para el postrer despido?, / cuando vayas -como irás- / hacia la muerte. \ ¿Qué lluvia, con qué beso y qué / remordimiento aún encendido, / qué soledad, qué compañía o verso, / al pie de qué animal, qué armas, / en mármol, bajo qué tierra sin nombre, / qué fecha podrá allí acompañarte / y qué importancia absurda? / cuando vayas -como irás- / y ya no vuelvas.

De repente, era otra la mañana. / Sábado como si lunes. / La luz no era la misma, / ni a sesenta minutos de existencia / podía llamar hora, sino prisa, / una prisa irrevocable, dura urgencia / por cobrar el cheque en blanco de la vida. \ Tan sólo por hacer un gesto irónico / anécdota que fuera recordada, / miré la agenda y sonreí: proyectos. / Luego el listín de direcciones: cartas / ya no escritas, llamadas, sí, pendientes. \ Decidí esperar y resignarme viendo, / en la pantalla azul de ordenador, / países, nombres extraños sin quererlo, / hombres que nunca había amado. \ Pensé ser feliz como si nada; / o hacerme el amargado; / o fingir, falsa, la entereza, / callar y contener; sí, escuchar / algún mensaje; o darme a las pasiones / bajas; hacerme un ermitaño… \ Nada hice , sin embargo. A mí me dije: / “Pasearé mirando aquella verja / por vez última preguntándo / me sin ganas lo que ya nunca sabré: / si mañana será un día de lluvia. / Saludaré, sin que ellos lo adivinen, / por postrera vez a los que pasan. / -Al cabo, ¡a quién le importa!-. \ Alcanzaré el espejo / cuando la hora haya llegado, / y aún seré el mismo a este lado, \ ojeroso y despeinado / el anticipo de un cadáver. \ Crispará el corte mi rostro, / agarraré mi pecho hiriéndolo con uñas, / la carne vuelta al cielo ya, / blanda como el caos. / Lentamente me escurriré / de mí mismo y del espejo, / y cuando al fin huya por su marco / nada habrá pasado / sino que no seré yo mismo, / muerto, seré ya otra persona.

“Los Héroes Fatales”, Jaime Alejandre, Ediciones Libros de Letras, Madrid, 1998. Licencia Creative Commons de Reconocimiento No comercial Sin Obra Derivada 2.5 España 2006. Disponible en formato para imprimir  en los siguientes sitios: Archive.org · MLRS

02. Simón Arriaga. Mejor era cuando te vayas.

Hay gente que tiene cuerpo de ave / y corre sin alas / hay gente que tiene cuerpo de alabastro / y corre sin distancia / hay gente que tiene cuerpo de espada / y corre sin sangre / hay gente que tiene cuerpo de arista / y corre con los pies cansados / hay gente que tiene cuerpo de resurrección / y corre sin embargo sin luz \ hay gente que tiene cuerpo y corre / sin él \ Yo corría sin cabeza / corría por donde las oficinas / y los muros / corría dejando saltos atrás / estrellas / y hombres luna / que vigilaban desde los tejados \ hombres espiga / que corrían por todas partes / en direcciones opuestas / como las farolas en la noche \ Corría / corría abrigándome / a todos los que a mi paso centelleaban / corría sin cabeza / porque yo no tenía cabeza / tenía dos manos / para alimentar la lumbre / y un juego de tazas / inútiles / como dos soles / como la medida del aire \ Corrí  perdiendo los pies / perdiendo la carrera / al final / la propia carrera \ dejando que pasaran / todas las preguntas / que amortizaran los cables / su longitud al cuello \ Corrí con los ojos en las manos / con todas las huestes / de miradas / cuyo peso / antes / yo no había medido \ corrí / entre un montón / de diestros triángulos / de perfectas disposiciones / balanceándose / a cada lado \ sembrándolos a todos / de esa incertidumbre / de esa casi sorpresa de arlequín / con que algunas respuestas pequeñas / nos tocan la frente / Corrí al unísono / casi al unísono / porque hacía falta / porque hacía falta echarlo todo hacia delante / y no importaba / había que echarlo todo hacia delante / había que recogerse el freno / recogerse el guante / y las escamas / y protegerse del miedo \ Había que llegar / con los pies en las manos / y las piernas en las piernas / con las venas inquietas / ornamentadas a saltos \ con las venas inventariadas / con todos los tejidos crepusculares / inventariados al máximo / hasta ese límite / donde algo se escapa / y nadie sabe nombrarlo \ Allí / debía ser lejos en cualquier caso / debía ser como nutrir el blanco / darle pistas / a los personajes / alimentar humoradas con alambre / humor Schneider con alambre \ allí / porque debía ser lejos / y debía retumbar en la cabeza de todos / menos en la mía / en la sombra de todos / en el martillo de todos / en la hegemonía de todos / menos en la mía \ Allí / correr hasta allí / sin palabras / al final ya sin palabras / sin estrellas de puntas blanquecinas / ni tiburones que presagiaran el vuelo \ a pesar del frío / que era como una soga de metal / alrededor del cuerpo / envolviéndome por dentro \ abriéndome la sal / destejiéndome la aspereza / el agua / que cicatrizaba / a cada instante \ Corrí en zig-zag / en eses impronunciables / entre rocas infanticidas / y piedras negras / trenzando el camino de las serpientes / el dolor que canta la hiena \ Sabiendo que nadie iba a dejar de morirse nunca / y porque nadie iba a dejar de morirse nunca / porque nadie iba a cambiar su carta / su cabeza / y su filón de plumas / corrí gritando nombres con las rodillas / nombres de colores tan puros / que sentí vértigo / y un vómito de humo / que no se dejaba escapar \ Corrí gritando / y las gotas caías de los tejados / alumínicas / casi espectrales \ haciéndose concesiones con mis pasos / con mi peso / con mis ladridos de perro sin dueño / con mis apisonadas dudas \ Corrí entre charcos incandescentes / que ablandaban mi nombre / hasta dejarlo irreconocible / como una pasta deshecha \ abotonando la lluvia / en mi cintura / sabiendo de qué poco sirve / tener un pez de plata en el armario / y sacarlo a pasear de vez en cuando / sólo / de vez en cuando \ Corrí / quitándome el alquitrán / de las pestañas / limpiando mis dos ojos sorprendidos \ mis dos ojos /  de manos tan  estrechas / de cielos tan pequeños \ Corrí haciendo que el aire / pareciera inocente \ preparando una sonrisa-nada-más-llegar / para el tren de las horas \ Preparando su obstáculo / su listón tan efímero \ Corrí así / en estampida / en aplausos bermellón / en diques que tan poco sustentaban \ para besar el primero / al tren de las horas \ de las horas muertas / de las horas síncopa / de las horas martillo / de las horas piedra sobre piedra \ para besarlo el primero / reposando soldados de cartón / indígenas salvajes / premios y baterías \ Para vadear  el tiempo / y dar de comer / al tren de las horas / a la máquina intragable \ para darle velocidad al acero / y ceniza / y palanganas / a su fuerza midiente \ para darle toda mi distancia / toda mi sangre / mi luz / mi arista / mis pies cansados \ Todo mi cuerpo / mi ausencia de él.

Todos creen que soy fuerte  /  que he sido fuerte como un árbol  /  como una piedra  /  tú también lo crees verdad ?  /  está bien  Bruno   /  es mejor que te quedes con ese recuerdo de mentira  / de piedra  /  de árbol  /  o tal vez no  /  no lo sé  /  Porque las piedras se hunden en el agua /  Bruno  /  te acuerdas  cuando tirábamos  / piedras en el rio ?  /  yo soy una piedra en el rio  Bruno  /  una piedra que se hunde  /  Todos creen que soy fuerte  /  y lo único que pasa es que no sé pedir auxilio  /  tal vez la fuerza  /  es sólo eso  /  no saber pedir auxilio   /  y hundirte intacta  /  a pesar de todo.

“Mejor era cuando te vayas”, Simón Arriaga, Ediciones Libros de Letras, Madrid, 1998. Licencia Creative Commons de Reconocimiento No comercial Sin Obra Derivada 2.5 España 2006. Disponible en formato para imprimir  en los siguientes sitios: Archive.org · MLRS

01. José Ramón Otero Roko. Por el arcén.

Como el buitre que se alimentara / tan solo de los restos de su vida / o el caminante que acerca su boca / a una columna de color de agua  / que calmara su sed poco a poco / y siempre lo justo \ Con las mismas vidas que un gato / y un funeral tras otro \ Siguiendo la música de un réquiem / o la procesión de ratas que persiguen / la melodía del flaustista \ Con un licántropo dentro que no dejara / de escuchar el sonido de la luna llena / allí donde se encuentre en cualquier / parte del mundo \ Como un solo ser humano en quien la muerte / cansada buscara ser detenida.

Las piedras tan hundidas como los raíles \ Las piedras en el fondo del mar firman / los testamentos del verano con palabras / que recogen de la playa mareas de niños / hechos de nichos rellenos de arena \ Y los barcos de papel se hunden / con todo el peso de los ataúdes / vacíos de los ahogados y el lastre / es el viento colgado en las velas \ Mientras el cuerpo abandona / granos de arena a su orilla / que la marea pierde como espera / el tiempo en un papel prendido / de sus pies que en su mismo principio / en una piedra o en pólvora escriban / que solo la muerte es la única / que va y viene y qué fuímos.



“Por el Arcén“, José Ramón Otero Roko, Ediciones Libros de Letras, Madrid, 1998. Licencia Creative Commons de Reconocimiento No comercial Sin Obra Derivada 2.5 España 2006. HTML. Disponible en formato para imprimir en los siguientes sitios: Archive.org · MLRS